K: Inquietud

Hello~
Sigo con mi reto, no te creas que por tener la cabeza metida en otros se me ha olvidado el mío. ¡Eso jamás! Lo tengo bien presente, pero claro para hacer éste en especial necesitaba un poco más de inspiración divina, pero bueno... ¡Ya lo logré!

Si es la primera vez que lees éste reto mío, te recomiendo que entres AQUÍ así sabrás un poco de lo que va, y también si te apuntas me avisas e iré a leerte encantada.
Sin más... ¡aquí voy!





Reto Emociones

Normas:
- Escribe pensando como te sentirías con ese sentimiento.
- Puedes basarte en experiencias propias o en otras.
- Disfruta mientras lo haces.
- Si usas contenido sexual avisa e intenta que no sea grotesco o vulgar.

Nivel 2. Escribe algo que te caliente el cuerpo. Puede ser tanto en el sentido sexual de la palabra como enervarse de rabia. Simplemente debes tener consciencia de la "inquietud". 

Inquietud
Llevaban más de un año saliendo juntos. Eran una pareja con todas las palabras de la ley, pero en ese tiempo no habían pasado de cogerse la mano y darse castos besos en los labios. Algo que a su edad le tocaba bastante la moral. Había esperado casi con impaciencia que llegara su cumpleaños dieciocho, ya no había ningún problema legal en que pasaran la noche juntos, sin ropa y en la misma cama. Ya nadie les miraría mal por hacer una escena subida de tono en la calle y mucho menos sus padres pondrían pegas en permitir aquello que estaba destinado a ocurrir. No era una cría y adolescente sin cabeza. La etapa del calentón descontrolado la había pasado y gracias a dios, pero claro, ahora cuando ya podía explotar esa parte sexual de ella, su novio decidía que todavía no era suficiente. Se estaba cansando de que él fuera tan puritano, aunque sabía que todo eso era fachada. Antes de salir juntos era un golfo, todos los médicos lo eran y él no era la excepción,bien lo sabía. Después de todo se lo había trabajado a base de bien que terminara mirándola sólo a ella. Era verdad que no se consideraba un bellezón de tirarse para atrás, tampoco que tuviera un cuerpo muy de mujer, pero aún así jamás se había considerado fea y él jamás había dicho lo contrario, así qué... ¿por qué ahora cuando podían saltar cual gata en celo no lo hacía? No tenía sentido y eso la irritaba.

Tenía las manos heladas, el café se había enfriado dentro de su envase y la nieve comenzaba a caer de forma más continua. No quería mirar al reloj porque sabía que la hora de quedada había pasado. Sus reglas para evitar que se quedara esperando in eternum eran muy claras y ella las estaba rompiendo una por una. Sabía que si después de veinte minutos de espera él no salía, ya no lo haría hasta vete a saber cuando, por eso tenía miedo de mirar al reloj. No quería pensar que estaría una vez más sin verlo. No habían pasado el cumpleaños juntos, algo que él le había jurado que haría, tampoco el domingo siguiente como día oficial de verse. Llevaban dos semanas sin quedar, sin más llamadas que las nocturnas usuales y los mensajes cortos de buenas noches. No habían hablado más que en esos momentos, por eso cuando él le escribió aquel mensaje invitándola a cenar no pensó ni un minuto en decir que si. Sabía que era patética, estar detrás de un hombre día si y día también, pero simplemente no podía vivir en un mundo que él no estuviera. Estaba enamorada por primera vez en su vida y sabía que nadie podría remplazarlo. Por eso, con la emoción de una adolescente se vistió lo más bonita que podía, pero prestó mucho cuidado en la ropa interior. Quizás no tendrían sexo, pero haría que se tuviera que matar a pajas cuando ella se marchara. Estaba convencida de ello. Se había comprado un conjunto de lencería negro con encaje, medias largas con liguero y como vestido uno de seda semitrasparente que dejaba poco espacio a la imaginación. Por unos segundos se maldijo llevarlo, porque por muy gruesa que fuera su chaqueta el aire fresco seguía entrando bajo el vestido, helándole la vagina con los escasos pelos que se había dejado. Sentía los pezones más duros que una piedra y la piel erizada le comenzaba a doler. Vencida por lo obvio dejó el café en el banco y miró al reloj, éste marcaba más de cuarenta y cinco minutos esperando. Suspiró y rendida decidió volver a casa. Apuntaría en su calendario una carita triste como las demás. Antes de marcharse miró el café y decidió dejarle una notita bajo de el, sabía que cuando saliera lo vería y le llamaría pidiendo disculpas. Era lo que solía hacer, pero por primera vez no quería más disculpas, simplemente quería que su novio apareciera, quería dormir abrazada a él, quería soñar con sus manos en su cuerpo y gemir pronunciando su nombre. Un año era mucho y más para una virgen que ya había renunciado a su castidad cuando conoció al hombre perfecto.
Terminó de escribir la nota y se apartó del banco cuando las puertas del hospital se abrieron, él apareció en la puerta, tan guapo como siempre, con esa chaqueta de cuero que la volvía loca y el cabello marrón despeinado. Él sonrió y suspiró aliviado. Ella intentó aguantar un puchero, pero cuando le abrazó y la aplastó contra su masculino pecho no lo pudo controlar y sollozó como una cría. Abrazados estuvieron un largo rato, hasta que decidieron marchar a casa.

El salón estaba cálido, la televisión puesta con voz baja y ambos apoyados del otro sin ver realmente el programa puesto. Tan sólo eran conscientes como la respiración del otro se entrecortaba con algún movimiento del otro. Ella por su parte cada vez que la mano de su novio le acariciaba la espalda y llegaba a su cintura, sentía como sus mulsos se apretaban y un tirón en el bajo vientre. Más de una vez se mordió el labio para ahogar un gemido, pero cuando eso se volvió a repetir él no apartó la mano como solía hacer, la dejó en sus caderas, mientras que con la otra le cogía de la cara y le besaba. Al principio fue el típico beso casto, después se fue convirtiendo en uno más agresivo y más necesitado. Ella entrelazó sus brazos en su cuello y se apretó a él, profundizando su beso y sintiendo su cuerpo caliente sobre ella. A medida que los besos se volvían más intenso un calor empezó a cubrirle el pecho, el corazón le comenzó a palpitar con más fuerza y las contracciones de su vientre se iban multiplicando. Gimió de placer cuando sintió como él metía la mano debajo de su falda y le tocaba. Antes de que él entrara en sus bragas la miró, sin dejar de besarla y acariciarla, como pidiéndole permiso para lo evidente. Ella sonrió e imitándole bajo las manos hasta llegar a su pantalón. Por primera vez vio en los ojos de su novio la pasión, la excitación y sobre todo el deseo. Al fin se dijo que esa noche dejaría de ser virgen y su novio no se tendría que matar a pajas una vez más. Era un buen principio, ninguno de los dos se iría vestido a dormir esa noche. 

Comentarios

  1. ¡Realmente ha sido candente! Me ha gustado mucho <3 ¡al fin se le dio a la prota XD!

    ¡Un abrazo!

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    1. ¡Wiii! Esa era la intención que tenía, que fuera candente y caliente y caluroso. Me alegro que haya sido así. Un besote

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  2. ¿Porqué esta historia me resulta tan familiar? ¡ah,claro! Es muy similar a los plots xDDDD
    Me ha gustado,pero me ha recordado a tantos personajes que hemos usado... Que era como revivirlos.

    TQ

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    1. ¡Es que es una historia que siempre me gusta rehacer! Incluso la escribiré de nuevo, pero usando las edades de la original que escribí. Espero que te guste y la leas cuando la publique.
      ¡TQ!

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