Alianza: 8. Asociación

¡Hola!
Aquí estoy al fin, poniéndome al día con mi historia. Realmente estoy esforzándome para no empezar otras que tengo en la mente, pero me está costando bastante... pero bueno, quizás más adelante cuando ésta vea que acabe o termine alguno de los retos, me ponga con la nueva.
Si es la primera vez que estás aquí, te recomiendo que vayas desde el principio (AQUÍ).
Sin más espero que te guste el capítulo.





8. Asociación:

El sol aún no había salido del todo cuando llegó al muelle. Hacía bastante frío y las nubes que flotaban pesadamente en el cielo, dejaban bastante claro que ese día lo pasarían bajo agua. Se cerró el abrigo negro hasta el cuello y escondió las manos en los bolsillos mientras caminaba por la orilla y miraba su reflejo en el agua. Estaba algo más pálida y ojerosa de lo normal, además no había tenido tiempo de maquillarse ni arreglarse, por lo que parecía más un fantasma que una joven muchacha recién casada y supuestamente feliz. Sabía que debía intentar tranquilizarse antes del encuentro, pero no dejaba de pensar en lo que estaba apunto de hacer, era todo por una buena causa y eso le justificaba, pero ir aquel lugar le hacía sentirse algo culpable. No hacía ni más de un año que había estado justamente en ese mismo sitio con su marido, planeando como sería su nuevo futuro juntos y aunque entre ellos no hubiera amor pasional, si que había cierto cariño y respeto, por lo que estar en aquel lugar tan especial esperando a otro hombre era como una especie de traición, aunque obviamente no se quitaría la ropa, algo que durante toda la noche había deseado y soñado.

Dejó de pasear cuando escuchó unos pasos acercarse a ella y cuando sintió la figura cálida de alguien a su espalda. Giró lentamente y se alejó de la orilla para encararse con el diablo en persona: Einar. Al igual que la otra vez que lo vio, lucía unos pantalones vaqueros desgastados, una camisa negra manga larga y una chaqueta de cuero. Una voz interior le preguntaba si no sentía frío, pero claro aquel ser desprendía tanto calor que incluso un cubito de hielo se derretiría estando a su lado. Movió la cabeza de un lado a otro alejando imágenes perversas para concentrarse en lo que iban hacer ese momento. Él se había comprometido en ayudarle a conocer más a su prometido, pero su intuición femenina le decía que aquel hombre tenía otras intenciones un poco más personales que otra cosa y no iba a tardar en descubrirlo. Tan pronto como se saludaron e intercambiaron la información de cortesía caminaron hasta llegar a una pequeña cafetería un poco lejos del centro del muelle. Para su sorpresa nunca había estado ahí, algo que le sorprendía porque antes de casarse solía pasear mucho por aquella zona y en ningún momento había oído que abrirían un local nuevo. Envuelta en sus pensamientos dejó que Einar se encargara de pedir por ella, era algo que había terminado aprendiendo conviviendo con los McClarie. Aunque no eran una familia especialmente machista, los hombres tenían un buen criterio a la hora de la comida, por lo que tanto Olga como ella dejaban que fueran los varones quien las ilustraran con los alimentos. Al principio le costó algo aceptar aquello, pero pronto descubrió que era muy fácil dejarse mimar y sobre todo por Kaile, un hombre que la conocía tan bien como si hubieran vivido más de un año juntos. Sonrió tierna y prometió que intentaría apartar sus propios sentimientos hasta conseguir que su marido fuera totalmente feliz.

- La cafetería la hemos abierto ésta semana. - habló Einar entrando en un tema neutral para comenzar con lo importante.

- No te lo había preguntado...- contestó ella sorprendida.

- Tu cara lo dice todo.- dijo entre risas.

La conversación comenzó con la historia familiar de Einar, después pasó a su negocio y por último en como conoció a Kaile. Al llegar a ese tema, Freya abrió los oídos y capturó toda la información necesaria para poder idear un plan para su felicidad, pero durante toda la charla no descubrió nada que no supiera. Parecía que incluso su mejor amigo no lo conocía lo suficiente para serle de ayuda, cosa que le sentó sumamente mal. Su marido estaba solo en el mundo. Frunció el ceño molesta y se atrevió a hacer algo que quizás más adelante lamentaría, pero necesitaba defender a su esposo. Después de todo era su mujer.

- ¿De verdad crees que lo conoces?- preguntó algo más ácida de lo que pretendía.

- ¿Es que a caso tú lo conoces mejor?- respondió él con otra pregunta y con la misma acidez que ella.

- Más de lo que te crees...- pensó para sus adentros.- Soy su mujer, algo más debo saber ¿no? De todo lo que me has dicho no hay nada que yo no sepa, incluso diría que hay cosas que yo sé que tú no.

- ¿El tamaño de su polla?- dijo divertido y con una sonrisa arrogante.

Iba a dar por finalizada la conversación levantándose de la mesa y marchándose sin tan sólo despedirse, pero antes que pudiera hacer lo segundo él le sujetó de la muñeca deteniéndola. Su agarre fue fuerte, su mano era grande, masculina y desprendía tanto calor que sintió como su piel sudaba debajo de la camisa. Apretó los muslos y se mordió el labio antes de volverse a sentarse. No sabía como iba a controlar ese impulso sexual que le daba cada vez que lo sentía tan cerca. No era algo normal. O es que ella era una viciosa sexual, pero eso era algo prácticamente imposible. Tenía sexo con un hombre homosexual... ¿en que categoría de filia entraba eso?

- Perdona, fui un grosero.- se disculpó y le ofreció una galleta de chocolate en ofrenda de paz. Ella la aceptó. Necesitaba apagar el calor que le crecía entre las piernas.- No quería decir eso, pero me parece curioso que afirmes algo así... no lo conoces de hace mucho.- medito antes de hablar- y Kaile y yo prácticamente pasamos todo el tiempo juntos... aunque ultimamente menos. - suspira y se pasa la mano por el cabello.- No sé por qué, pero creo que está intentando ocultarme algo ¿sabes?

- ¿Por qué crees eso?- preguntó intentando sonar curiosa, después de todo la condición sexual de Kaile no era un secreto aunque todos creyeran que fuera una broma.

- Antes de que os casaras él siempre intentaba demostrar una cosa...

- ¿Demostrar?- susurró con más calma.

A pesar de que el sol había salido e iluminaba todo la cafetería adquirió un color más oscuro, haciendo que el ambiente fuera más tenso de lo que ya era. A Freya no le estaba gustando por donde iba el rumbo de la conversación, aunque tenía una vaga idea de lo que iba a decir Einar y no sabía si quería escucharlo, porque si era así, sabría que sería incapaz de mentir. Era fácil hacerlo delante de personas que no tenían efecto sobre ella, pero ese hombre con tan sólo una mirada podría hacer que confesara incluso un crimen que no hubiera hecho. Aguantó el aire esperando a que éste siguiera hablando, pero no abrió la boca. Tan sólo se levantó, se acercó a ella y la beso.

- Ya lo sabes...- le susurró al oído y se marchó.

No supo cuanto tiempo estuvo sentada en la cafetería. Tampoco en qué momento se llevaron los platos de comida sin tocar y mucho menos cómo se subió a su coche y volvió a casa. Al igual que no tuvo ningún recuerdo del día en general, al llegar la noche, sentada en la cama y observando a Kaile, fue consciente de todo y de las palabras de Einar. Incomoda se tocó la barriga y hizo aquella pregunta que le había estado rondando por la cabeza a lo largo del día.

- ¿Te gusta Einar?

Capítulo nueve
Capítulo siete
                                                                                                                                                         

Comentarios

  1. ¡Me has dejado con la espina! Y ya me estaba esperando que haga algo Einar XD

    Espero la continuación *^*

    ¡Un abrazo!

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    Respuestas
    1. ¡Intentaré escribirlo pronto! Yo también quiero saber que hará Einar.
      ¡Un besito!

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